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San Xil mon amour…

Amoroso título el que escribo en compensación al mal día que tuve ayer. El desastre -como ya conté- empezó en la bajada hacia Triacastela y con el dolor de rodilla que llevaba encima. Lo único bueno del día fue que conocí a un tipo simpatiquísimo en un pequeño pueblo llamado Fonfría. El amigo era Tinerfeño y rezumaba alegría y simpatía en su escaso metro cincuenta de estatura. Me dijo que llevaba desde febrero en el pueblo ayudando en el Albergue de una amiga ¡Por estas tierras todo el mundo viene a ayudar a los amigos!, curioso.

Pero volvamos a Triacastela…

Llegué muerto, roto y dolorido y me costó encontrar el hospedaje que había reservado. Pensaba que era algo parecido a un Hotel pero era una casa particular con una habitación y un baño. Para la clavada que me metieron, un sitio sin ningún servicio y cutre (pasé mucho frío). No volveré, y del pueblo pasaré de largo.

Cuando por fin he dejado Triacastela sabía que algo especial iba a compensar mi mal día anterior. Me he encaminado hacia la variante de San Xil en lugar de pasar por Samos. Un espectáculo en las dos partes de la etapa, la primera con fuertes subidas y bajadas (aunque las recordaba peor de cuando lo hice en bici) y encajada en un bosque autóctono y típico de la zona. Por San Xil se va pasando por aldeas techadas de piedra y la segunda parte de la etapa muy gallega ella, los prados, las vacas y las amplias panorámicas.

He realizado toda la etapa sin ver un alma por el camino, sólo me ha adelantado un grupo de ciclistas. De verdad, si alguna vez hacéis el Camino coger esta variante, te pierdes el Monasterio de Samos pero ganas en tranquilidad. La paz se respira por todos los lados. Lo peor del día, el barro y la lluvia, llueve que te llueve . Entiendo el orgullo de los gallegos por la belleza de su tierra pero la región paga un alto precio por ello, para regar esos bosques y prados hacen falta millones de litros de agua, y claro, ¡no para de llover!

No he podido parar a desayunar hasta Furela, a 8 kilómetros de Sarria, estos pasajes son tan solitarios que no hay ni bares. Y cuando estaba dando cuenta de mi café con leche (grande por supuesto) han entrado dos chicas que vi en la etapa de O Cebreiro. El barecito era muy típico, pequeño con las paredes de piedra. hogar e imágenes y estampitas encima de éste. Imaginaros a la persona que había detrás del mostrador, era un hombre en consonancia con el bar, muy de pueblo… Perdonad que me voy por las ramas, ¿sabéis que le han preguntado las dos chicas al hombre?… Do you speak English? ¿? La cara con que las ha mirado el buen señor ya compensaba el mal trago que pasé ayer. Las chicas eran americanas y he dejado que se entendiesen con el paisano. Como Dios les dio a entender, han pedido un bocadillo de tortilla (lo sabían decir… de aquella manera) pero «separate!».. vamos que querían la tortilla pero con el pan en otro plato. Muy americanas ellas, una era asiática pero con gorra de «Cleveland» y la otra la típica chiquita rubia, mona y blanca. Por supuesto que la que me ha saludado ha sido la chinita 😉 He pasado bastante de darles conversación y he tirado por lo directo al camino.

La etapa ha tenido apenas 18 kilómetros y un poco antes de las dos ya estaba en Sarria ¡Esto ya es otra cosa! Una ciudad muy preparada para el peregrino. Me hospedo en un hotelito que está muy bien (Hotel Oca Villa de Sarria) en una habitación más que correcta ¡Ah! y he ido a que me dieran un masaje… Me han hecho un daño tremendo pero me han quitado el dolor por arte de magia… ¡Bien!

Además he comprado unas polainas y una nueva capa para la lluvia: la que llevaba se me había roto, y aquí no es plan de ir sin esa prenda.

Mi reflexión de hoy pasa por los siguiente:

A veces las medias tintas son eso, mediocridad. Los pueblecitos tipo aldea tiene sus encantos y sus gentes también. En cambio los pueblos a medio camino entre pueblecito y villa, por ejemplo, Triacastela… pues ni chicha ni limoná. Y lo jodío es que también suele pasar con las personas 😉

<a

Y O Poio se contagió y también lloró

Pues sí, tremendo el temporal de nieve que me ha caído encima nada más salir de Cebreiro. He comenzado a caminar a las 8:00 horas, con un frío de narices y un tiempo muy desapacible. Las sensaciones no eran buenas y la ascensión del día anterior me pasó factura, me dolía la rodilla izquierda .

Por delante 22 kilómetros hasta Triacastela y el paisaje a 1 de abril no era lo que podríamos llamar primaveral. Rodeados por la nieve la ingente riada de peregrinos empezaba a sufrir. Porque hoy sí que he visto peregrinos, la mayoría de la versión  ‘lite’, es decir, los que empiezan camino en O Cebreiro. Sé que mi hijo Javi tiene algo contra ellos, no los siente como algo legal.

Javi, al fin y al cabo son  peregrinos, sin mochilas, con bambas de tenis, pero peregrinos.

La ascensión al alto de San Roque y sobre todo al de O Poio pesadísima, la rampa final es brutal y justo entonces ha arreciado la nevada. Pero lo peor no ha sido eso, como os he dicho, las sensaciones no han sido buenas, horrible la bajada a Triacastela. Desde Opoio hasta el final de la etapa hay doce kilómetros en descenso continuado, y con pendientes del ‘caraio’ ¡Y ahí es donde realmente he sufrido!

He ido parando y a cada stop parecía que las fuerzas volvían a mi maltrecha rodilla, pero a la media hora de camino otra vez regresaba el dolor. Pensad que casi toda la etapa ha transcurrido entre nieve, barro, agua, piedras y rampas. Para mí la etapa de hoy ha sido la peor, ¡ y eso que la de O Cebreiro era la etapa difícil!

Pero basta de ‘lloros’. No todo ha sido sufrir, he vuelto a ver a las ‘niñas’, jeje. Se han parado al verme y me han contado que lo estaban pasando fatal, que llevaban la cadena congelada y que no podían cambiar las marchas ¡Qué desastre!

También me he vuelto a encontrar a una güiri que yo pensaba que era escocesa o irlandesa, pelirroja, ‘feica’ y veterana. No sé si os había hablado de ella, pues bueno, he venido a tonar un vinito al café que tiene internet y he estado hablando con ella. Es de California, sigue siendo pelirroja y ‘feica’ pero la señora es simpática. Por cierto nena, me ha dicho que Miami no le gusta nada, que ha estado tres veces y que sólo recuerda el calor y los mosquitos 😉

Bueno familia, ya está bien por hoy, voy a intentar colgar unas fotos pero es que desde el móvil lo tengo chungo, lo intentaré con algún paso previo.

Un saludo a todos en especial a Silvia, Javi y Marta.

Javi, la bajada aquella que nos gustó tanto en bici, es un infierno cuando la haces andando y por la montaña… a ver si subo unas fotos y las ves. Besos

Y Cebreiro lloró lágrimas blancas…

Esta mañana he salido un poco tarde, me he alargado con el café con leche y repasando la etapa de hoy: 30 km. y los últimos en puerto de montaña de primera categoría.

He comenzado la caminata con buenas sensaciones, aunque rápidamente se me han ido al traste gracias al andadero paralelo a la N-VI, 15 kilómetros de ruidos y de camino asfaltado; he notado que los pies sufren muchísimo por la carretera.

He ido parando cada hora más o menos y a la altura de Trabadelo he llamado a Casa Carolo para reservar habitación… -no se haga la siesta que empieza a nevar en O Cebreiro, me dijo la dueña.

En Vega de Valvarce he parado a reponer fuerzas y he realizado la buena acción del día. Unas niñas de aproximadamente 18 años no han parado de preguntarme acerca del Camino.

-Señor, ¿nos deja ver su mapa?

-Señor, ¿sabe usted cuándo se coge la variante?

Señor, blablabla, blablabla y blablabla.

Las niñas eran majetas pero mi paciencia paternal se estaba agotando cuando me despidí de ellas…

Bueno señor, ¿nos vemos en el albergue de Ocebreiro…? -yo no voy a Albergues bonitas, respondí con tono sarcástico pero amable. Adiós guapas -les dije – ¡A ver si nos vemos!… Y proseguí camino, un camino que se empinaba progresivamente con rampas asfaltadas que me llevaban frito. Un trecho después de Herrerías tomé una gran decisión, a pesar de la lluvia, el frío y el cansancio escogí subir por la montaña. Ni el barro ni el agua me asustaban y la verdad es que acerté , el recorrido precioso ¡Qué paisaje! Y el barro y las piedras de la ascensión masajeaban mis doloridos pies.

Y pasito a pasito he llegado a A Faba donde he parado a tomar una Coca Cola, quedaban sólo 5 kilómetros pero con el temporal y el desnivel podría tardar una hora y media en superarlos. En el bar sólo estaban el hijo del dueño: un chaval de 17 años con acento gallego a pesar de que su pueblo pertenece a León, y una pareja de ‘veteranos’. Él era francés y el tipo lo había dejado todo y se había comprado una casa en A Faba, ella era de Mataró y estaba pasando unos días en casa de su amigo. He tenido un agradable rato de conversación ¡Hasta he hablado en catalán con la señora! 😉

Al cabo de un ratito y después de informarme del tramo que me quedaba, los ‘veteranos’ me han invitado a tomar un té en su casa. Lo he agradecido pero he declinado su propuesta, estaba cansado, llovía y quería llegar cuanto antes a O Cebreiro.

Los casi 5 km. que separan A FAba de Cebreiro se me han hecho eternos, la lluvía, el granizo y las cuestas me estaban pasando factura. Un granizo fino, persistente, y que ayudado del maldito viento golpeaba con fuerza sobre mis manos, la cara, las gafas …

Y en la ascensión final, el granizo se convirtió en una fina nieve ¡Estaba nevando!…

Y O Cebreiro lloró lágrimas blancas… y estoy seguro, que fue por mí.

Un saludo a todos y ¡Ultreia!

Pd (No puedo subir fotos porque internet va fatal, lo siento)

Camino de Villafranca … la del Bierzo

Y después de sufrir mi butaca ‘atutiplen confort’ llegué a Ponferrada. No he dormido demasiado, algo más de tres horas y cuando me he despertado he visto que el compañero de a mi izquierda estaba sentado tres filas por delante de mí ¿Habré roncado?

Nada más poner el pie en Ponferrada he ido al bar de la estación -por favor señora, ¿me pone un café con leché? y eso de ahí, ¿son churros?…
-El café con leche, ¿lo quiere grande o pequeño?
– Sí señora, grande… y ¿tiene también medidas para los churros?… creo que no me miró bien.

Después de que la señora me diera las oportunas explicaciones de cómo llegar al Camino me vi en la calle y lloviendo a todo llover. Al cabo de 200 metros me di cuenta de que algo iba mal, no me digáis el qué, pero el instinto Muñoz me avisó de que no llevaba la dirección correcta.

-Señor ¿El Castillo?
-Va usted en la dirección contraria, pues venga, media vuelta y hacia el Camino. Acababa de incumplir la primera regla del Peregrino, ‘ni un solo paso hacia atrás’.

Tardé una hora en salir de Ponferrada y lo curioso es que casi no he visto peregrinos. Uno con todos los chubasqueros del mundo encima me ha ido siguiendo durante el recorrido por la ciudad, dos chicas de Albacete que me han preguntado y con las que he recorrido unos 7 kilómetros, y un par de grupitos de bicigrinos que me han adelantado rueda que te rueda y a todo rodar -cómo añoro la bici, Dios… ;).

Perdón, también he visto a otra peregrina que al final no lo era. A la altura de Fuentes Nuevas he caminado durante un buen rato detrás de una figura que se me antojaba que llevaba bordón y capelina. Cuando he llegado a su altura he podido comprobar que tenía unos 80 años, (cinco más, cinco menos) y que caminaba con un palo a la espalda, un chal y zapatillas de andar por casa. Por Dios ¿De qué están hechas estas mujeres?

Físicamente me he encontrado muy bien. El final de la etapa se me ha hecho muy pesado porque he escogido el ‘El Camino Viejo’ para llegar a Villafranca. Subes y bajas continuados entre lomas plagadas de viñedos. Por cierto, el fruto de la vid de la variedad Mencía ya ha sido catado convenientemente.

Para compensar mi tacañería con el tren he cogido habitación en el hotel Plaza; que lógicamente está situado en la plaza mayor del pueblo… ¡pero a quién se le ocurre viajar en butaca por mucho que sea ‘atutiplén confort’!, debería haber viajado en coche cama.

Y como el camino es una analogía de la vida, la etapa de hoy me ha dejado tres lecciones:

1a Roncar no tiene porque ser malo, sólo hay que saber utilizarlo.
2a Una señora de pueblo puede con todo aunque tenga 80 años.
3a Los errores se compensan con aciertos y escoger el Hotel Plaza lo ha sido.

Y ahora en serio, hoy he andado durante 24 kilómetros y empiezo a este cansado, mañana me espera la etapa más dura del Camino; Ocebreiro (30 kilómetros después).

Un saludo a todos y besos y abrazos a quien corresponda.

Camino a Villafranca del Bierzo

Castillo de Ponferrada

Camino del tren y en el tren hacia el Camino

En media hora salgo para la estación, estoy ansioso, la sensación es como la que se tiene antes de un partido importante. Empiezo a escribir este post desde casa y con el ordenador portatil pero lo colgaré desde el iPhone, espero que en el tren tengan algún enchufe, ya se sabe, las baterías no pueden con mucho y su duración es inversamente proporcional a lo 2.0 que sea el usador del «parato»: twitter, facebook y wordpress me esperan… En fin, que continuaré escribiendo desde el tren…

¡Pues tiene enchufe! Por tanto puedo tuitear y ‘dospuntoceroar’ tanto como quiera ¡Estoy escribiendo el post!, sí, aquí estoy, en el Tren Hotel y en la butaca de ‘atutiplén confort’, parece confortable 😉

Tengo que reconocer que estoy poco hecho a según que trotes, Silvia y Javi me han acompañado a la estación de trenes de Martorell ¡Qué complicado que es esto de los trenes! Nos hemos equivocado hasta dos veces, se trataba de ir a Sants y la primera tentativa de compra de billete la hemos realizado en la estación de los FFCC -qué no señor que tiene que ir usted a la estación de Renfe. Le hemos hecho caso al buen hombre y hemos dado la vuelta a medio Martorell para ir a la Renfe, coge el coche otra vez y venga, -yo, de los nervios-. En el segundo intento damos con otra estación de Los FFCC ¿Sería una extensión? -Señor, la estación de Renfe está a la vuelta de la esquina bajando la calle, gire cuando pueda a la izquierda y la encontrará de frente. No os cuento el mosqueo que llevaba, los que bien me conocen se lo pueden imaginar. Y sí, a la vuelta estaba la Renfe… compra de billete, adiós a la familia y al andén a esperar… ¡Javi! -gritó Silvia -si te cansas, te vienes…

El último adiós me lo dieron desde el puente de la estación, el Cercanías estaba listo para que subiéramos en él, no sólo yo sino unos cuantos compañeros de viaje, la mayoría inmigrantes de todos los colores y razas. Una vez sentado tenía a mi derecha a un ‘friki’ que portatil en mano sonreía -¿estaría tuiteando? A mi izquierda un guiri, seguro que era británico, con su bicicleta al costado y los pantalones recogidos por semicírculos metálicos de esos que te ayudan a que los pantalones no se te enganchen con la cadena -muy al estilo Luisito-. Por lo demás, el viaje estaba siendo tranquilo, más allá, a mi espalda, se escuchaba una musiquita árabe pero de nueva tendencia, seguro que está de moda pensé… los chavales magrabís parecían conocerla bien.

Y después de los nervios iniciales aquí me tenéis, relajado en mi butaca ‘atutiplén confort’ del Tren Hotel y rodeado de los que por el acento son personal de origen gallego, o leonés, o castellano, no sé; familias, jubilados, y niños, de momento reina el silencio, espero que dure que hay que dormir. Buenas noches, mañana más…

La previa…

LLevamos toda la tarde preparando la mochila, el plural va porque somos dos los que preparamos, Silvia y yo. Las cosas como son, mi mujer es un chollo ¡Gracias guapa!

Estoy preparando este pequeño blog para informar a mis amigos y familia del transcurrir de mi Camino de Santiago en este año Jacobeo 2010. El Camino lo empiezo en Ponferrada y aproximadamente haré unos 210 kilómetros en 9 días (en solitario). Espero caminarlos tranquilo, mi estado de forma no es el mejor, lo sé, soy consciente, pero la convicción no me fallará, sólo quiero que las rodillas me aguanten.

Ya empiezo a estar nervioso, mañana a trabajar, al mediodía a casa y por la tarde a coger el tren hacia Ponferrada. El primer objetivo… Villafranca del Bierzo 22 kilómetros después.

La mochila para el Camino

La mochila preparada para el Camino

Arzúa – Santiago de Compostela

Y por fin llegamos a Santiago un poquito antes de las 12 horas, la etapa de hoy ha sido un paseo comparada con las anteriores, 39,1 km. y dos horas y cuarenta y ocho minutos de pedales. De todas maneras, y siendo Galicia, ha sido muy intensa por todos los subes y bajas de los que hemos «disfrutado», en los que nos hemos encontrado tres clases de peregrinos: con muchísimos peregrinos lite o light (de los que hacen los últimos 100 kilómetros), con algunos peregrinos de verdad (los que llevan andando muchísimos días soportando llagas, ampollas y lesiones) y con unos cuantos bicigrinos. Anoche en el hotel había unos señores modelo «Lites» que hablaban de sus hazañas del día, la verdad es que había uno que seguro que era de por la zona de Murcia (a mí ese acento no se me escapa). El tipo era muy gracioso y al menos argumentaba algo con sentido, aludiendo, que los Albergues están prioritariamente para los Peregeinos de largo recorrido. Estoy muy de acuerdo con él, pero dicho esto, cada uno puede hacer lo que quiera siempre que tenga derecho a ello. Pero siguiendo con mi disquisición, lo del Peregrino curtido se nota, tienen un no se qué diferente, bueno es como en la mili, a un veterano se le ve. Siguiendo el símil y comparando el perfil de unos y otros, hay que decir que un veterano o abuelo de la mili iba mal afeitado, llevaba las botas sucias, vestía de manera desaliñada y llevaba el pelo largo. Un Peregrino de verdad lleva las botas curradas, su mochila es amplia, tiene más rojeces de las aconsejables, su piel está curtida por el sol, y el polvo del Camino le confiere un aspecto casi romántico. Lo siento, pero el peregrino lite no posee esas caracteristicas.
Y dicho esto, me gustaría finalizar este blog comentado algunas cosas generales del viaje:
Creo que el Camino me ha medio enganchado. Soy muy proclive a las adicciones 😉
He disfrutado de mi hijo pese a lo fuerte que está sobre la bici.
Javi es Muñoz, se pica hasta con su sombra, y como sube como una moto, le ha dado a más de un bicigrino con pinta de estar fuerte una cruda lección, de las que básicamente consisten en cómo se adelanta en una dura cuesta con premeditación y alevosía. Es decir ellos iban con mérito en bici y el niño los humillaba como si fuera subido en una moto. Y prometo que no es amor de padre, es que creo que entrenando podría medio dedicarse al tema de la bici.
No nos ha llovido, ¡impresionante!
Soy un bicigrino comodón, sufro en el Camino, pero el hotel escogido al final de la jornada suele compensar 🙂
Y para finalizar la frase a destacar que escuché en el Camino es… «un Peregrino es comedor, bebedor, fumador, y le gusta casi todo lo que termina en or» 😉
Cumplí con la peregrinación…

Sarria-Arzúa

Hoy ha sido la típica etapa gallega del Camino, subes y bajas, bajas y subes. En ciertos tramos muy divertida, sobre todo en las trialeras de bajada, en las de subida no tanto. El campo gallego es espectacular, la temperatura ideal a pesar del sol que normalmente queda cubierto por el follaje de las arboledas. Lo más pesado del Camino es cuando vas adelantando a los peregrinos de a pie. Y como llevar timbre es de mala educación y perturbas la paz del Camino, para que la gente se aparte y te dejen pasar, debes utilizar una peculiar bocina, tu propia voz en forma de saludo peregrino… «¡Buen Camino!». De todas formas Javi ha encontrado otra manera menos ortodoxa para que se aparten, frena haciendo derrapar ligeramente la rueda trasera lo que produce un sonido que hace que se orillen al instante 😉 No es un timbre muy educado pero si que muy practico.
De momento y a falta de terminar los últimos 40 km. vamos empatados en cuanto a pinchazos 1 a 1, hoy Javi ha pinchado la rueda delantera … que hemos cambiado en un santiamén en una gasolinera. Tener a mano un compresor hace milagros.
Estoy escribiendo este post desde la salida de Arzua en el Hotel Suiza, que no está mal, no es el hotel de anoche, el Alfonso IX de Sarria, pero es muy decente.
Hoy no nos hemos encontrado a los amigos de Tortosa, cosas del Camino, o no paras de verte o no los vuelves a ver más, este concepto tiene que ver mucho con la mística Jacobea y entronca con la vida misma, es decir, si está de Dios será y si no está de Dios, no será.
Mañana llegamos a Santiago, y por una parte tengo ganas de llegar y cumplir com la peregrinación y por otro lado pienso que no llegaría nunca. Pero reconozco que a mí, esto del Camino, me ha enganchado, y espero que no sea la última vez que lo haga, en proyecto tengo el hacerlo desde casa, es decir desde la abadía de Montserrat… Dios dirá.
Reconocimientos …
Gracias nena por los ánimos y tu amor incondicional a tu sobrino …
Carol, la juventud sí lo tiene 😉 y co dices es un tesoro…
Guille, con el tubeless no hubiera pasado, estoy contigo. Pero para lo del Astana me sobran 20 kilos y 20 años.
Pichi, mi «aifon» me informa de todo, hasta de la pelea entre Risto Mejide y Jesús Vázquez ¿Lo sabías? jeje.
Ana, es que lo de que en el cielo manda Dios y en la tierra los Muñoz tiene su «aqué».
Bueno, mañana más y espero que desde Santiago. Un abrazo a todos.
PD ( lo mejor de hoy el pulpo en casa Ezequiel en Melide, ¡wow!)

Villafranca del Bierzo – Sarria

A estas horas ya estamos algo cansados, eso sí, el haber llegado a Galicia y atisbar el final del Camino nos anima. Hemos salido tarde, a las 9:15 y ha sido el día que menos kilómetros hemos hecho… ¡pero con mayor desnivel acumulado! Los primeros 45 kilómetros han sido subir y subir, primero el alto de Ocebreiro, luego el alto de San Roque y finalmente el Alto do Poio. Después una bajada brutal hasta Triacastela y finalmente a Sarria por la variante de Sanxil, que… ¡bonica lo es! ¡Pero dura como la madre que la parió!… A Javi le recordaba pasajes a de la película del Señor de los anillos -de cuando Frodo estaba en «La Comarca»-. La verdad es que esta parte de Galicia es preciosa, por ponerle un pero lo haría por el lado de los olores, es que la caca de vaca marca mucho 🙂
Hemos vuelto a ver a unos catalanes de la parte de Tortosa (Deltebre y rodalies) que ya nos encontramos en Calzadilla de la Cueza. Parece que uno de ellos que tenía problemas en la rodilla (una tendinitis) ha mejorado y puede seguir más o menos el Camino). Galicia es precioso y mañana nos daremos nuestra segunda parte de subes y bajas.
Guille, lo del tubeless me parece una guarrería, eso sí, sirve si compites, pero para el Camino cámaras a «tuti plen» te vale y si pinchas pues eso, a ensuciarte las manos. Por cierto, el Camino te espera con Guille petit…
Ahí van unas «afotos»…

Calzadilla de la Cueza- Hospital de Órbigo

Después de 115 kilómetros y de 7 horas y 31 minutos de pedaleo hemos llegado a Hospital de Órbigo. El Camino se nos ha hecho muy largo, sobre todo los últimos 20 kilómetros, que al igual que ayer, han tenido un tramo insufrible de camino muy pedregoso. Por lo demás todo tranquilo, y sigo pensando que lo de León es impresentable, primero no se llega nunca, y una vez has llegado, no sales nunca. Además, el Camino que pasa por la ciudad de León recorre ciertos lugares que desmerecen su mística.
Ahora mismo estoy escribiendo este post en una terraza sobre el río Órbigo, son las 10 de la noche y todavía es pleno día ¡Ultreia!