En media hora salgo para la estación, estoy ansioso, la sensación es como la que se tiene antes de un partido importante. Empiezo a escribir este post desde casa y con el ordenador portatil pero lo colgaré desde el iPhone, espero que en el tren tengan algún enchufe, ya se sabe, las baterías no pueden con mucho y su duración es inversamente proporcional a lo 2.0 que sea el usador del «parato»: twitter, facebook y wordpress me esperan… En fin, que continuaré escribiendo desde el tren…
¡Pues tiene enchufe! Por tanto puedo tuitear y ‘dospuntoceroar’ tanto como quiera ¡Estoy escribiendo el post!, sí, aquí estoy, en el Tren Hotel y en la butaca de ‘atutiplén confort’, parece confortable 😉
Tengo que reconocer que estoy poco hecho a según que trotes, Silvia y Javi me han acompañado a la estación de trenes de Martorell ¡Qué complicado que es esto de los trenes! Nos hemos equivocado hasta dos veces, se trataba de ir a Sants y la primera tentativa de compra de billete la hemos realizado en la estación de los FFCC -qué no señor que tiene que ir usted a la estación de Renfe. Le hemos hecho caso al buen hombre y hemos dado la vuelta a medio Martorell para ir a la Renfe, coge el coche otra vez y venga, -yo, de los nervios-. En el segundo intento damos con otra estación de Los FFCC ¿Sería una extensión? -Señor, la estación de Renfe está a la vuelta de la esquina bajando la calle, gire cuando pueda a la izquierda y la encontrará de frente. No os cuento el mosqueo que llevaba, los que bien me conocen se lo pueden imaginar. Y sí, a la vuelta estaba la Renfe… compra de billete, adiós a la familia y al andén a esperar… ¡Javi! -gritó Silvia -si te cansas, te vienes…
El último adiós me lo dieron desde el puente de la estación, el Cercanías estaba listo para que subiéramos en él, no sólo yo sino unos cuantos compañeros de viaje, la mayoría inmigrantes de todos los colores y razas. Una vez sentado tenía a mi derecha a un ‘friki’ que portatil en mano sonreía -¿estaría tuiteando? A mi izquierda un guiri, seguro que era británico, con su bicicleta al costado y los pantalones recogidos por semicírculos metálicos de esos que te ayudan a que los pantalones no se te enganchen con la cadena -muy al estilo Luisito-. Por lo demás, el viaje estaba siendo tranquilo, más allá, a mi espalda, se escuchaba una musiquita árabe pero de nueva tendencia, seguro que está de moda pensé… los chavales magrabís parecían conocerla bien.
Y después de los nervios iniciales aquí me tenéis, relajado en mi butaca ‘atutiplén confort’ del Tren Hotel y rodeado de los que por el acento son personal de origen gallego, o leonés, o castellano, no sé; familias, jubilados, y niños, de momento reina el silencio, espero que dure que hay que dormir. Buenas noches, mañana más…

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