Esta mañana he salido un poco tarde, me he alargado con el café con leche y repasando la etapa de hoy: 30 km. y los últimos en puerto de montaña de primera categoría.
He comenzado la caminata con buenas sensaciones, aunque rápidamente se me han ido al traste gracias al andadero paralelo a la N-VI, 15 kilómetros de ruidos y de camino asfaltado; he notado que los pies sufren muchísimo por la carretera.
He ido parando cada hora más o menos y a la altura de Trabadelo he llamado a Casa Carolo para reservar habitación… -no se haga la siesta que empieza a nevar en O Cebreiro, me dijo la dueña.
En Vega de Valvarce he parado a reponer fuerzas y he realizado la buena acción del día. Unas niñas de aproximadamente 18 años no han parado de preguntarme acerca del Camino.
-Señor, ¿nos deja ver su mapa?
-Señor, ¿sabe usted cuándo se coge la variante?
Señor, blablabla, blablabla y blablabla.
Las niñas eran majetas pero mi paciencia paternal se estaba agotando cuando me despidí de ellas…
Bueno señor, ¿nos vemos en el albergue de Ocebreiro…? -yo no voy a Albergues bonitas, respondí con tono sarcástico pero amable. Adiós guapas -les dije – ¡A ver si nos vemos!… Y proseguí camino, un camino que se empinaba progresivamente con rampas asfaltadas que me llevaban frito. Un trecho después de Herrerías tomé una gran decisión, a pesar de la lluvia, el frío y el cansancio escogí subir por la montaña. Ni el barro ni el agua me asustaban y la verdad es que acerté , el recorrido precioso ¡Qué paisaje! Y el barro y las piedras de la ascensión masajeaban mis doloridos pies.
Y pasito a pasito he llegado a A Faba donde he parado a tomar una Coca Cola, quedaban sólo 5 kilómetros pero con el temporal y el desnivel podría tardar una hora y media en superarlos. En el bar sólo estaban el hijo del dueño: un chaval de 17 años con acento gallego a pesar de que su pueblo pertenece a León, y una pareja de ‘veteranos’. Él era francés y el tipo lo había dejado todo y se había comprado una casa en A Faba, ella era de Mataró y estaba pasando unos días en casa de su amigo. He tenido un agradable rato de conversación ¡Hasta he hablado en catalán con la señora! 😉
Al cabo de un ratito y después de informarme del tramo que me quedaba, los ‘veteranos’ me han invitado a tomar un té en su casa. Lo he agradecido pero he declinado su propuesta, estaba cansado, llovía y quería llegar cuanto antes a O Cebreiro.
Los casi 5 km. que separan A FAba de Cebreiro se me han hecho eternos, la lluvía, el granizo y las cuestas me estaban pasando factura. Un granizo fino, persistente, y que ayudado del maldito viento golpeaba con fuerza sobre mis manos, la cara, las gafas …
Y en la ascensión final, el granizo se convirtió en una fina nieve ¡Estaba nevando!…
Y O Cebreiro lloró lágrimas blancas… y estoy seguro, que fue por mí.
Un saludo a todos y ¡Ultreia!
Pd (No puedo subir fotos porque internet va fatal, lo siento)



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